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Hidratación en los mayores Parte 2

– Parte 2 de 3

Buenas tardes amigos, ¿Cómo va su día? Espero que vaya de maravilla. El día de hoy continúo con el artículo de la semana: la hidratación en los mayores. En esta ocasión me voy a enfocar en algunos factores de riesgo que puedan predisponer al adulto mayor a una deshidratación. Espero que esta información sea de gran interés para ustedes. Saludos.

 

Algunos de los factores que pueden predisponer a la disminución de ingesta de agua en personas de la tercera edad son las siguientes:

 

  • Disminución de la percepción de sed. Muchos adultos mayores no sienten la necesidad de beber, aun cuando su cuerpo necesita con urgencia reponer los líquidos perdidos. En edades ya avanzadas, el organismo no funciona igual que cuando uno es joven y el sistema de regulación de la temperatura corporal y del equilibrio hidro-electrolítico, encargado de detectar la pérdida y el exceso de líquidos o sales minerales, se ve alterado y no cumple bien su función. En gente joven, este sistema se pone en funcionamiento y avisa, a través de la sensación de sed, de que estamos perdiendo líquidos y por tanto, necesitamos beber agua para mantener el equilibrio hídrico que nuestro organismo precisa para estar bien. Pero los ancianos, al tener este sistema alterado, tardan más en percibir la sed (que es ya de por sí es un síntoma de que la deshidratación ha empezado), con lo cual a lo largo del día, beben menos agua de la que necesitan. Todo ello puede agravar enfermedades crónicas y provocar deshidrataciones (existen tres niveles de deshidratación), incluso severas.
  • Acceso restringido al agua por alguna limitación física o trastorno visual.
  • Modificaciones en el sistema regulador de agua y electrolitos.
  • La dificultad que presentan para deglutir.
  • Hay menos sensibilidad de una hormona que preserva el agua corporal y una disminución renal para concentrar la orina.
  • Restricción de líquidos por indicación médica.
  • Algunos medicamentos.
  • Por ciertas enfermedades. Por ejemplo, infecciones, fiebre, diarreas, vómitos, orina en exceso (esto es más frecuente en las personas que padecen diabetes o que ingieren diuréticos).

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