Traumatismo en el adulto mayor. Parte 3. - Vida Abuelo

Traumatismo en el adulto mayor. Parte 3.

– Parte 3 de 3

Hola amigos, ¿cómo están? Espero que estén de maravilla porque el día de hoy voy a concluir con el tema de la semana: el traumatismo en el adulto mayor. En esta última parte voy a hablarles de la evaluación y el manejo de un paciente geriátrico en caso de que presente un traumatismo. Espero que esta información sea de gran utilidad para ustedes. Saludos.

 

  • Evaluación y manejo

Un peligro que puede pasar es que al momento de la evaluación de los adultos mayores traumatizados es la impresión errónea de que la presión arterial y la frecuencia cardíaca “normales” indican normovolemia. Debe de aplicarse lo más rápido posible la monitorización del sistema cardiovascular. Por lo general, la presión arterial aumenta con la edad.

Es muy importante realizar una monitorización cuidadosa de la administración de soluciones cristaloides para prevenir trastornos de electrolitos.

Es fundamental hacer una evaluación rápida y completa en busca de todas las fuentes de pérdida de sangre.  El FAST (Ecografía Abdominal Dedicada al Trauma) es una herramienta accesible, portátil, no invasiva y confiable para el diagnóstico de la presencia o ausencia de líquido en el abdomen y a nivel del saco pericárdico. En los adultos mayores, el manejo clínico (no quirúrgico) de lesiones de órganos sólidos en el trauma abdominal debe ser realizado por un cirujano con experiencia.

Frecuentemente, el retroperitoneo no es reconocido como una fuente de pérdida de sangre. Los pacientes geriátricos pueden desarrollar una hemorragia retroperitoneal exanguinante después de sufrir fracturas relativamente menores de la pelvis o la cadera. En los pacientes con fracturas de pelvis, de cadera o de vértebras lumbares que manifiesten continua pérdida de sangre sin una fuente específica, debe considerarse la realización inmediata de una angiografía (es un examen de diagnóstico por imagen cuya función es el estudio de los vasos sanguíneos que no son visibles mediante la radiología convencional) e intentar controlarla con embolización (ocluir de manera voluntaria vasos sanguíneos con diferentes intenciones) a través de un catéter.

 

 

Estar en la tercera edad aumenta significativamente la mortalidad por trauma, pero un cuidado más agresivo, especialmente durante la evaluación temprana y la reanimación del paciente mayor traumatizado, ha demostrado aumentar la sobrevida.

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