Autoestima en la tercera edad. Parte 1. - Vida Abuelo

Autoestima en la tercera edad. Parte 1.

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Hola amigos, ¿cómo están el día de hoy? Espero que muy bien, ya que el día de hoy voy a empezar con el tema de la semana: la autoestima en la tercera edad. En esta  parte voy a darles una introducción sobre este interesante artículo. Espero que les sea útil la siguiente información.

 

Para empezar, hay que saber que la autoestima es la percepción que tenemos de nosotros mismos. Tanto de nuestro cuerpo como el interior. Se trata de la valoración que hacemos de nosotros mismos que no siempre se ajusta a la realidad y esa valoración se forma a lo largo de toda la vida y bajo la influencia de los demás.

Los tipos de autoestima son:

  • Autoestima alta. Los individuos con un autoestima positiva poseen un conjunto de técnicas internas e interpersonales que los hace enfrentarse de manera positiva a los retos que deba enfrentar. Tienden a adoptar una actitud de respeto no sólo con ellos mismos sino con el resto.
  • Autoestima media. El individuo se caracteriza por disponer de un grado aceptable de confianza en sí mismo. Sin embargo, la misma puede disminuir de un momento a otro, como producto de la opinión del resto. Es decir, esta clase de personas se presentan seguros frente a los demás aunque internamente no lo son. De esta manera, su actitud oscila entre momentos de autoestima elevada y períodos de baja autoestima.
  • Autoestima baja. Este término alude a aquellas personas en las que prima un sentimiento de inseguridad e incapacidad con respecto a sí misma. Carecen de dos elementos fundamentales como son la competencia por un lado y el valor, el merecimiento, por el otro.

 

Un aspecto de gran importancia que deben de tomar en cuenta es que la tercera edad es una etapa muy difícil para la autoestima. Las personas van viendo como sus capacidades físicas y mentales van disminuyendo. Además, algunas veces se van dando cuenta como su círculo social van desapareciendo, ya sea por la muerte de algunos de sus conocidos, por su incapacidad para mantener el ritmo de vida anterior o porque sus propios familiares les dan de lado. Algunos de ellos llegan a considerarse poco más que un mueble en casa de sus hijos y otros son enviados a residencias, encontrándose en un ambiente nuevo que les da miedo y en el que sólo reciben contadas visitas de sus familiares.

En este contexto no debe extrañarnos que la autoestima sufra graves daños y que muchos de ellos experimenten fuertes depresiones.

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